2 de junio de 2008

Comentarios de ALICIA ALBARES

Me gustaría empezar diciendo que, si hubiera que buscar una palabra para definir “Escombros”, yo diría directamente el nombre de la autora. Parece un tópico decir que los libros tienen mucho de los autores que los escriben, y efectivamente es así, pero hay determinados libros que son más bien historias que queremos contar para divertirnos, para pasarlo bien, porque disfrutamos escribiendo... y hay otros libros que, en cambio, son mecanismos que nos sirven para expulsar nuestros propios demonios, son vehículos para nuestro propio conocimiento, incluso son diarios escritos de una vida.

En el caso de “Escombros”, creo que es el libro más personal de Eva; he leído sus otras novelas y creo que éste es el que más refleja lo que ella siente, lo que ella cree y, sinceramente, creo que es un espejo de ella misma. Por tanto creo que es su libro más importante porque no es simplemente una historia, es una historia disfrazada de ficción y de fantasía pero que tiende un puente hacia el alma de Eva; eso es algo que habría que valorar como lo que es.

Centrándome un poco más en el contenido del libro, voy a hablar de lo que ha aparecido en las imágenes. Las constantes que aparecen en “Escombros” ya las habíamos visto en “Espacios rotos” y en “El espejo de Fernando”; una de ellas es la importancia de la Historia, del pasado, la Historia como un camino andado que condiciona el presente. En el caso de “Escombros” los personajes están constantemente envolviendo esa historia y la Historia les envuelve a ellos. A medida que avanzan los capítulos, de alguna forma la Historia adquiere verdadera forma y sentido, dándole sentido a la novela. En “El espejo de Fernando” la historia que nos contaba tenía que ver con la época medieval, con la crudeza y el misterio de esa época; en cambio aquí la historia se condensa en una ciudad que fascina a Eva desde siempre, que es Berlín, pero es un Berlín muy especial, no es un Berlín independiente, es un Berlín de la guerra, tamizado por un cristal desde el que se mira, que tiene colores casi cinematográficos, podría decir que es un Berlín con una riqueza casi épica, parece que esté en blanco y negro (como hemos visto las imágenes), curiosamente el libro refleja esos colores. Es muy especial y a parte es un Berlín que teje muchas otras cosas, porque no es solo el marco sino que además es el caldo en el que se gesta toda la historia, el caldo primigenio; al final de la historia nos damos cuenta de que todo ha surgido en Berlín. No quiero desvelar el final pero quiero que se sepa que, lo que parece ser solo un marco, al final es el objetivo de todo.

Por otro lado, Berlín sirve para fragmentar el tiempo. La fragmentación espacio-temporal es otra de las constantes que vemos en la obra de Eva y, en este caso, ocurre igual, es decir, Berlín sirve para que de repente el presente desaparezca y nos vayamos al pasado; nos vamos al pasado de una forma que no habíamos hecho hasta este momento, las otras obras de Eva también nos trasladaban de una realidad a otra pero es en esta novela donde lo hace de una manera más fluida, como si fuera el pensamiento, a través de un cambio de párrafo, un cambio de una coma, se nos permite viajar de un lugar a otro con una fluidez que, además, no nos provoca confusión. En todo momento sabemos si estamos en el presente o en el pasado, con lo cual yo pienso que, a nivel formal y narrativo, “Escombros” ha alcanzado una madurez que no tenían el resto de sus obras, aunque en ellas ya se veía lo que después llegaría a ser “Escombros”, lo que es el colofón de una etapa y de unas constantes.

Por otro lado también hay que destacar de esta obra cómo se construye el suspense. Desde el primer momento el lector ve que los personajes son duales; el lector lo sabe, pero ellos mismos no lo saben. Esto va a crear una expectativa que provoca que, cuando esos personajes descubren su destino, descubren el sentido de todo lo que les está pasando, las expectativas del lector se quedan colmadas. El suspense está construído casi cinematográficamente.

También me gustaría hablar de otra de las palabras que aparecen en la presentación y que es muy importante en las obras de Eva; es la idea del Destino. Todos los personajes tienen algo que cumplir, aunque ellos no sepan exactamente qué es. El destino deja de ser una casualidad y se convierte en causalidad. La aparición de algunos personajes secundarios puede parecer anecdótica, pero a medida que avanza la historia nos damos cuenta de que en realidad están ahí por algo, forman parte de una especie de engranaje mecánico que da sentido a toda la historia y al final todos cumplen un rol, sobre todo a la hora de que los protagonistas descubran qué papel tienen que jugar.

A nivel formal también me gustaría destacar la evolución que supone “Escombros” a nivel narrativo, a nivel lingüístico incluso. El estilo sencillo que habíamos visto, por ejemplo, en “El espejo de Fernando”, se ve aquí ampliado, es decir, las palabras no pierden su contenido, pero Eva se permite el lujo de recrearse en ellas. Por primera vez yo creo que ella misma está disfrutando con lo que cuenta. Las palabras cobran una sinestesia, llega un momento en el que olemos cosas, notamos la humedad de la lluvia, por ejemplo en la Sevilla de “Escombros”, donde está siempre lloviendo. Tiene la capacidad no solo de construir un universo sino que consigue que se nos derrumbe la realidad cotidiana en la que estamos. A mí me ha pasado algo muy curioso, y es que lo mismo que les sucede a los personajes (que en un momento dado su presente desaparece y viajan directamente al pasado) eso mismo nos ocurre a los lectores, es decir, nos imbuhímos tanto en el universo de ficción que crea Eva, que se nos olvida que estamos en nuestra propia realidad.

Para terminar, me gustaría comparar la novela “Escombros” con el anillo que los sultanes turcos regalaban a sus amantes, y que estaba hecho de muchas piezas que encajaban perfectamente; esas piezas son muy hermosas separadas, pero no tienen armonía hasta que no se unen en una sola y es entonces cuando realmente brilla. A la novela de Eva le pasa igual, son muchas partes que no tienen sentido hasta que no se juntan, y están perfectamente ensambladas.

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